Hace medio milenio Hernán Cortés le escribía al Rey de España contándole sobre una particular semilla. Era el haba o grano de cacao. “Una sola taza de esta bebida fortalece tanto al soldado que puede caminar todo el día sin necesidad de tomar otro alimento.” Al día de hoy estas palabras siguen haciendo eco. Quien no lo haya confirmado debe ir a prepararse una buena taza de chocolate caliente cuanto antes.
Los aztecas tenían inmensamente valorado al cacao y lo veneraban como reconstituyente del cuerpo y la mente, daba fuerza y despertaba el apetito sexual. Era usado para ayudar a aumentar el peso en los alicaídos y enfermos, estimular el sistema nervioso en los apáticos o débiles, mejorar la digestión y estimular el funcionamiento cardiovascular.
Y claro que los antiguos tenían mucha razón. El cacao es considerado un superalimento ya que contiene más de 50 nutrientes y componentes activos. Contiene un 61% de carbohidratos, 30% de materia grasa (manteca de cacao), 6% de proteínas y el restante se divide entre minerales como fosforo, calcio, hierro, magnesio, y vitaminas como las del complejo B y la A.
La manteca de cacao, que corresponde casi a la mitad de una semilla, es un tipo de grasa positiva para el organismo, como la del aceite de oliva guardando las distancias. Su alto contenido de antioxidantes la hace una de las más codiciadas por la industria cosmética. Contiene ácido oleico (35%), ácido esteárico (35%) y palmítico (25%) los cuales tienen las propiedades de regular el colesterol en la sangre, entre otras bondades.
Dentro de otras sustancias contenidas en el cacao están los polifenoles, quizás los hayas escuchado referidos al vino. Tienen la cualidad de ser antioxidantes y antiinflamatorios, retrasando así el envejecimiento celular y aportando a la salud integral del cuerpo.
Los polifenoles se encuentran fundamentalmente en el chocolate oscuro. Sus beneficios van desde inhibir la oxidación del colesterol hasta proteger las células nerviosas evitando o retrasando el desarrollo de enfermedades tan complejas como el Parkinson y el Alzheimer. También se han mostrado resultados positivos en personas enfermas con diferentes tipos de cáncer.
Estas sustancias funcionan principalmente combatiendo el estrés oxidativo de las células, daño producido por el oxígeno, el cual se transforma en radicales libres iniciando los procesos de envejecimiento y oxidación, dañando o matando células de todo el cuerpo. Ello a largo plazo puede derivar en diferentes enfermedades asociadas principalmente a la edad.
Para recoger la totalidad de estos beneficios se recomienda no consumir chocolate con leche, ya que la leche inhibiría la absorción de algunas de estas sustancias en el intestino. Vale recalcar que el consumo diario recomendado sería de 7gr de chocolate con porcentajes sobre 70 de cacao -según estudio publicado en The Journal of Nutrition en 2008-, esto no es más que un cuadradito de chocolate al día, o sea una barra de 50gr podría durarnos una semana.
En el camino de la investigación aún queda mucho por hacer, pero al menos con los antecedentes que ya existen podemos vislumbrar que en un futuro el cacao y el chocolate podrían ser utilizados en la batalla contra diferentes enfermedades, y esperemos que su consumo sea potenciado de manera responsable en busca de ayudarnos a vivir mejor. “Deja que tu alimento sea tu medicina, y tu medicina tu alimento” - Hipócrates.
Escrito por Francisca Heimpell - @gourmetita